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Por más de dos décadas, Andrés Arismendy “Mendito” López ha sido una figura silenciosa, pero imprescindible dentro del engranaje de las Águilas Cibaeñas.

Su historia es una mezcla de herencia familiar, evolución profesional y la transición de un béisbol distinto al béisbol moderno de datos que hoy define a la Liga Dominicana.

“Yo tengo aquí 22, 23 años. Desde 2002, 2003 he estado en diferentes lugares”, recuerda mientras repasa los múltiples roles que ha desempeñado: coach de bullpen, instructor de pitcheo, encargado del radar, del chart y de casi todo lo que ocurre detrás del muro de los lanzadores.

“He pasado por varios trabajos aquí en las Águilas”, afirma con la serenidad de quien ha crecido en ese entorno.

Mendito ha visto la liga transformarse. De los días en que la experiencia dictaba decisiones, a una era donde “la data, la data” —como repite con insistencia— se ha convertido en brújula obligatoria.

“Ya todo es computadora, lo que llaman sabermetría. Muchos datos que antes no se tenían… Claro que sí funciona. Cada bateador tiene tendencias y vamos por ellas”, explica. Su dominio del juego tradicional se complementa ahora con una comprensión profunda de la analítica.

“Antes te llevaba mucho tiempo aprender qué tenía el contrario. Ya no. Es cuestión de días. Dos o tres turnos y ya tú sabes”.

El análisis del pitcheo contrario también forma parte esencial de su labor diaria. “Los lanzadores tienen tendencias en diferentes situaciones, en diferentes conteos, y hay que ir por eso. La data y la experiencia se combinan”.

Aunque su trabajo con las Águilas es ampliamente reconocido, Mendito ha forjado también una carrera exitosa en el béisbol de verano.

Con los Granjeros de Moca, suma diez campeonatos, incluyendo una histórica racha de seis coronas consecutivas.

“Este año no se pudo, pero hay que seguir. Es un tremendo campeonato; hay mucho talento”, señala. Su impacto en esa liga trasciende los resultados: ha sido puente para que jóvenes lanzadores crucen fronteras.

Su apellido no necesita presentación. Andrés Arismendy López es hijo del legendario Mendy López, figura histórica de las Águilas, narrador respetado y orgullo del municipio de Pimentel. A sus 53 años, Mendito continúa el legado con dignidad.

Su hermano, Mendy López Jr., no solo brilló en la pelota dominicana, sino que fue uno de los mejores peloteros del circuito. Su hermana Lisette López Aude es médico. Y Miluxi López, la hija menor de Mendy padre, funge como madrina actual de las Águilas.

Pero hay un recuerdo que une a todos los López: el día que la familia entera vivió uno de los momentos más emotivos del béisbol dominicano.

Temporada 1994-95. Mendy padre, desde la cabina, narra un hecho que difícilmente vuelve a repetirse: ver a sus dos hijos juntos en el mismo partido con el uniforme de las Aguilas-.

“Cuando los vi juntos en el terreno, yo quería morirme del orgullo”, confesó una vez.

El momento se vuelve aún más vívido cuando Mendito rememora aquel juego: su padre lo observa calentar en el bullpen; luego comienza a lanzar; después ve a Mendy Jr. trotar hacia el campocorto. El choque emocional fue inmediato: “Eso fue de espanto y brinco”.

La historia familiar también incluye un movimiento clave en su carrera: el 1 de agosto de 1994, cuando Azucareros del Este lo cambió —junto a Mendy López y Hipólito Pichardo— a las Águilas Cibaeñas.

Hoy, Mendito continúa su labor con la misma discreción y entrega que lo han marcado desde sus inicios. No busca protagonismo, pero su impacto es innegable.

Está en la transición hacia la analítica, en el desarrollo de lanzadores, en los títulos del verano y en la permanencia de una tradición familiar que ha dejado huellas profundas en el béisbol dominicano.

Con 53 años y una vida entera ligada al béisbol, Mendito López sigue siendo parte esencial del funcionamiento silencioso y estratégico del conjunto cibaeño.

Su historia es la de un hijo del juego… y de las Águilas.