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En su autobiografía Glory Days with the Dodgers, and Other Days with Others (publicada en 1978), John Roseboro admitió claramente que provocó el incidente con Juan Marichal
“Fue intencional, sí… Quería que lo sintiera. Estaba tan furioso que había decidido que, si protestaba, iría tras él. Protestó, así que me levanté.
Roseboro se declaró culpable de haber iniciado la confrontación, al admitir que arrojó deliberadamente la pelota cerca del oído de Marichal con intención de molestar —y que, si Marichal reaccionaba, él mismo saldría de su posición para enfrentarlo—.
Además, según fuentes y otras investigaciones sobre el incidente, Roseboro declaró que estaba retaliando por Marichal haber lanzado cerca de la cabeza de Maury Wills, y que su envío intencionalmente cerca del oído de Marichal era una forma estándar de venganza en ese contexto.
Escribió: “Lo que más me recuerda es el incidente de Juan Marichal. Es una lástima, porque a cualquier jugador le gustaría ser recordado por algo mejor que una pelea sangrienta, pero eso es lo que todos recuerdan, incluso quienes no estuvieron allí o ni siquiera seguían el béisbol en 1965”.
Después del famoso incidente del domingo 22 de agosto de 1965 en Candlestick Park, tanto Juan Marichal como John Roseboro cargaron con el estigma durante años.
Roseboro no solo admitió haber iniciado la pelea, sino que después dedicó muchos años a limpiar el nombre de Marichal y a demostrar públicamente su amistad.
De esa manera, el receptor dejó claro que la responsabilidad del inicio del pleito no recayó únicamente en el dominicano, sino también en él.
A pesar de la gravedad del incidente, el tiempo permitió que ambos dejaran atrás aquella amarga página.
En 1982, durante un juego de viejas glorias de los Dodgers, Roseboro y Marichal se dieron la mano públicamente, en un gesto de reconciliación que sorprendió y emocionó a los fanáticos.
“No me guardaba rencor, y pensé que, si se hacía público, la gente creería que esto ya había terminado”, declaró Roseboro a Los Angeles Times en 1990. “Así que lo vi en un partido de veteranos de los Dodgers, posamos juntos para fotos y, de hecho, lo visité en República Dominicana. Al año siguiente, ya estaba en el Salón de la Fama.
“Oye, con los años, uno aprende a olvidar las cosas”.
Tras años de amargura, Roseboro y Marichal aparecían juntos ocasionalmente en partidos de veteranos y torneos de golf.
“Nuestra amistad es muy buena”, dijo Marichal en 1990, en el 25.º aniversario del ataque con bate.
Roseboro declaró a Los Angeles Times en esa ocasión que había comenzado a hablar con Marichal a principios de los 80 porque sentía que el violento episodio lo estaba dejando injustamente fuera del Salón de la Fama, ganador de 243 juegos.
La amistad entre ambos se consolidó hasta el final de sus vidas. Cuando Roseboro falleció en 2002, Marichal viajó a Los Ángeles y fue uno de los oradores principales en el funeral.
El dominicano lo describió como “un amigo muy querido”, cerrando así una historia que pasó de la violencia y la polémica a la redención y la hermandad entre dos figuras emblemáticas del béisbol.
Con el paso de los años, Roseboro comenzó a suavizar su postura. En entrevistas en la década de 1970 y 1980 admitió que las tensiones de la rivalidad entre Dodgers y Giants, junto con la presión del juego, habían contribuido al altercado.
Señaló que ya no guardaba rencor, que entendía que fue una reacción emocional desbordada y que él mismo había provocado al dominicano con su lanzamiento cercano a la cabeza.
El giro definitivo llegó en 1990, cuando Roseboro invitó a Marichal a un homenaje en Los Ángeles y públicamente declaró que lo consideraba un amigo.
Su intención era dejar claro que el incidente no debía impedir que Marichal llegara al Salón de la Fama. De hecho, cuando Roseboro falleció en 2002, Marichal fue uno de los portadores de su féretro, un gesto que simbolizó la reconciliación plena entre ambos.
Roseboro falleció el viernes 16 de agosto del 2002 por la noche en el Centro Médico Cedars-Sinai de Los Ángeles por complicaciones de un derrame cerebral. Estuvo hospitalizado la mayor parte de los últimos dos meses.
Durante sus últimos días, recibió llamadas de muchos exjugadores de los Dodgers y otros ex jugadores, entre ellos Sandy Koufax y Juan Marichal, con quienes su nombre estará ligado para siempre.
Roseboro, quien sucedió a Roy Campanella como receptor de los Dodgers, estuvo detrás del plato en dos de los cuatro juegos sin hits de Koufax y fue receptor en más de 100 juegos en 11 de sus 14 temporadas.
Roseboro nació el 13 de mayo de 1933 en Ashland, Ohio. Su padre, John Roseboro Sr., era mecánico, y su madre, Cecil Geraldine, cuidaba de John y de su hermano mayor, Jim, y trabajaba en una tienda departamental.
Jugó fútbol americano y béisbol en la preparatoria Ashland y obtuvo una beca de fútbol americano para el Central State College (ahora Universidad) en Wilberforce, Ohio. Jugó una temporada de fútbol americano antes de firmar con los Dodgers por $5,000 después de un entrenamiento en el Crosley Field de Cincinnati en 1952.
Pero el lugar permanente de Roseboro en la historia del béisbol quedó asegurado en el momento en que Marichal le lanzó un bate a la cabeza.
Marichal había derribado previamente a Maury Wills y Ron Fairly con lanzamientos de pegados cuando salió a batear contra Koufax en la tercera entrada en Candlestick Park.
“Tuvimos que tomar represalias”, declaró Roseboro al LA Times en 1997. “Cuando Marichal salió a batear, intenté derribarlo desde atrás del plato, lanzándole la pelota cerca de la nariz al devolverla al lanzador.
“Esperaba que Marichal me atacara de alguna manera. Si me hubiera dicho algo, yo había estudiado karate y estaba listo para aniquilarlo”.
Los jugadores intercambiaron palabras, aunque Marichal dijo que cuestionó a Roseboro sobre sus intenciones y que luego reaccionó en defensa propia porque pensó que Roseboro lo iba a golpear con la máscara del receptor.
Roseboro dijo que Marichal le había dicho: “‘Más te vale no golpearme con esa pelota’, así que me levanté… y ahí estaba el bate”. Roseboro se olvidó del karate cuando se desató la pelea. Sufrió una herida de cinco centímetros en la cabeza que requirió 14 puntos de sutura.
Marichal ofreció un emotivo discurso durante el funeral de John Roseboro, destacando la amistad y hermandad que los unió en las últimas décadas de sus vidas.
“John fue uno de mis mejores amigos, un hermano para mí”, expresó con evidente emoción.
El miembro del Salón de la Fama aseguró que Roseboro fue clave en su vida personal y profesional. “Sin él, quizás nunca hubiera llegado a Cooperstown. Fue quien me ayudó a entrar en el corazón de Los Ángeles y quien me enseñó que la grandeza no está en el rencor, sino en el perdón”, señaló Marichal frente a los presentes.
El discurso del ex lanzador fue recibido con aplausos y abrazos de la familia de Roseboro, quienes lo consideraron parte de la familia desde hacía muchos años.
La escena se convirtió en un símbolo de reconciliación y de la capacidad del deporte para sanar heridas que alguna vez parecieron irreparables.

